Monday, April 07, 2014

Atraía y fulminaba (Octavio Paz sobre María Félix)




A los venezolanos siempre nos agrada recordar que en su país la llaman “La Doña”, por Doña Bárbara, el personaje de Rómulo Gallegos que ella, soberbia y bella, encarnó para la inmortalidad.

Octavio Paz, su paisano y contemporáneo, escribió:

María Félix nació dos veces: sus padres la engendraron y ella, después, se inventó a sí misma. Muchas mujeres nacen hermosas y otras, a fuerza de cuidados y afeites, se fabrican una belleza; únicamente las actrices (y no todas: unas cuantas) transforman su físico en una imagen, compuesto indefinible entre lo real y lo irreal, lo sensible y lo ficticio (…) La María Félix que conozco y con la que a veces converso no es la misma, aunque no sea menos verdadera, que la otra. La María-imagen no es irreal: habita otra realidad.

(…)

El mito de María Félix… no es enteramente imaginario, como casi todos los del pasado, sino que es la proyección de una mujer real. Nació ante nuestros ojos y nació como un relámpago que desgarra las sombras. Fue y es un desafío ante muchas convenciones y prejuicios tradicionales. No es extraño que haya provocado irritaciones, despecho, calumnias. La envidia es una forma invertida de la admiración. María Félix es una mujer muy mujer que ha tenido la osadía de no ajustarse a la idea que se han hecho los machos de la mujer. Es libre como el viento; dispersa o congrega a las nubes, las parte o las ilumina con una centella, con una mirada. Su magnetismo se concentra en sus ojos, alternativamente serenos y tempestuosos: atraen y fulminan”.

(OCTAVIO PAZ, 1992)   

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Como todos recuerdan, José Alfredo Jiménez se cansó de rogarle, se cansó de decirle:

“Que yo sin ella de pena muero”.

“Ella” cumple cien años y no los representa.

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