Friday, August 31, 2007

José Francisco Sucre, in memoriam

Antes de irme de viaje a Río y a Buenos Aires leí en El Nacional el obituario de José Francisco Sucre. En ese momento yo iba hacia Caracas. Recordé sus libros y me propuse buscarlos en mi biblioteca cuando regresara. Eso hice la semana pasada y releí con gusto algunas de sus páginas, especialmente las de Búsquedas y símbolos (M.E. Colección Vigilia, Caracas, 1967) y las de El marxismo en la actualidad (Edit. Doña Bárbara, Caracas, 1966).
Creo que Sucre fue un ensayista valioso, pero inmerecidamente poco conocido y estimado. En una época se le vislumbró otro destino. Oí decir que en sus tiempos de joven fue la mayor promesa intelectual de Venezuela. Por lo menos, así lo afirmaban algunos adecos de entonces como Manuel Alfredo Rodríguez, en gozoso ejercicio de la vieja manía de anticiparse a las consagraciones.
Me interesó cómo trata Sucre el tema de la naturaleza en la poesía de Juan Liscano y, en general, todos los ensayos literarios de Búsquedas y símbolos, densos y llenos de inteligentes sugerencias, de imágenes leídas, sentidas y pensadas.
Su pensamiento liberal y su condición de militante de la socialdemocracia están dignamente expresados en El marxismo en la actualidad, un libro antimarxista, lúcido, bien escrito y propiciador de un buen debate. No recuerdo con precisión, pero me parece que Carlos Rangel lo omitió (o lo ignoró) como antecedente importante de sus trabajos. ¿Le pareció demasiado socialdemócrata?
Con José Francisco Sucre (“Quico” Sucre, le decían sus amigos) se fue otro representante del grupo literario Cantaclaro. Sobrevivió sólo por unos meses a su paisano Jesús Sanoja Hernández. Juntos acompañaron a Liscano, al poeta Muñoz, a Jesús Zambrano y a Miguel García Mackle en la legendaria e incautada revista Cantaclaro. ¿Estuvo también allí su hermano Guillermo, poeta y crítico de obra fundadora y perdurable?.
Volveré sobre Búsquedas y símbolos, porque creo que es en la literatura donde se conserva mejor la pluma reflexiva y clara de José Francisco Sucre, que en paz descanse.

Tuesday, August 28, 2007

Umbral

Francisco Umbral

No recuerdo cuándo dejé de leerlo, pero sí la época en que descubrí su prosa de articulista fascinante. Fue en la Barcelona del 74 (o 75). Al enterarme de que murió esta mañana, mi memoria se trasladó de inmediato al momento en que lo descubrí en las páginas de un periódico llamado Mundo Diario, del que me hice comprador sabatino sólo para leerlo a él. Su humor y su chispeante irreverencia me habían capturado. Procuré contagiar de "umbralismo" a otras personas y creo haberlo conseguido con mi amiga Inés, del consulado. Poco después moriría Franco y la historia sería otra, por fortuna. Con el Diario de un snob Francisco Umbral se convertiría en uno los columnistas más clamorosamente celebrados de la transición y del destape. Además de prosista inteligentísimo y brillante, autor de numerosas novelas y de ensayos de enorme éxito, Umbral se fue tornando también en un "personaje" un tanto fatuo que nunca tuvo mi adhesión. Así, fui alejándome de sus páginas, pero jamás perdí el amable gusto de sus primeros libros y de los muchísimos artículos espléndidos que salieron de su pluma en los setenta. Menciono un título que conservo desde mis tiempos barceloneses: Museo nacional del mal gusto, una delicia de sarcasmo sangrante y corrosivo que guardo en mi biblioteca como un pequeño tesoro. Y una confesión final: aunque no sea una preferencia muy compartida y compartible, la Leyenda del César Visionario es uno de los libros sobre Franco que más me ha gustado.

Gracias, Francisco Umbral, por tantas horas de deleite. Y que descanses en la infinita paz que ganaste esta mañana.

Saturday, August 25, 2007

Olivia

Flores de olivo

Casi al amanecer,
Olivia.

Bienvenida.

Toda nuestra alegría y un cálido abrazo para sus padres Maito y Martín.

Thursday, August 23, 2007

Fui por Lavalle ayer

Santiago Arrieta y Mecha Ortiz

"¿Dónde están los muchachos de entonces?
Barra antigua de ayer ¿dónde está?"
(Tiempos viejos. Letra: Manuel Romero. Música: Francisco Canaro)
Comienzo a revisar los libros, discos y videos que traje de Buenos Aires. Me esperan, entre otros, Horacio González, Sergio Chejfec, Martín Caparrós, Emilio de Ipola, Abelardo Castillo, María Estela Monti, Adriana Varela, Tita Merello y hasta Isidoro Cañones. Veo ahora Los muchachos de antes no usaban gomina, película que este año cumplió 70 y cuya copia en DVD compré en una tienda de Lavalle hace unos días. Recuerdo una escena estupenda de una novela de Carlos Fuentes donde por vez primera me topé con ese viejo film. La escena ocurre en un cine de Lavalle y la novela es Cambio de piel, de donde tomo este fragmento:

"...Tomaste por Lavalle para ver las carteleras de los cines y averiguar si había nuevas o viejas películas que se te hubieran pasado. Proyectaban, sin anunciarlas, de sorpresa, viejas películas argentinas que te divertían mucho. Melodramas terribles, con muchos tangos, con mucha nostalgia de la belle époque del Centenario, con mucho folklore de los barrios portuarios. Te detuviste frente a cada cine de la treintena que hay en Lavalle; ibas vestida con un estampado de seda anaranjada y zapatos blancos de tacón alto que iban recogiendo el alquitrán y una bolsa de cuero comprada en Buenos Aires y viste los carteles y fotografías de un programa triple de Luis Sandrini y junto daban La Vuelta de rocha, con Mercedes Simone y Hugo del Carril y a ti te encantaba la música porteña en esa época y en el verano ibas a los restaurantes al aire libre de Maldonado, de Belgrano, del camino al Tigre, para escuchar las orquestas de Canaro o Pichuco; (...). Por fin te detuviste en las fotos de Los muchachos de antes no usaban gomina, que te apasionaba. Compraste el boleto en la taquilla y entraste a ese cine pequeño, estrecho, con butacas de madera altas e incómodas, donde el ruido de los ventiladores era más fuerte que el de la banda sonora y encontraste un lugar en las primeras filas. Ya había empezado la película y los dos pitucos del 900 andaban de farra y acababan de conocer a la hetaira máxima del Centenario, la rubia Mireya que era Mecha Ortiz y la pareja iba a bailar nada menos que la milonga El cisne (...) y tú querías sentirte relajada, opiada, a ver cómo la rubia Mireya, de gran cortesana, descendía con el destino inflexible del tango a vieja vendedora de flores en el arroyo, donde, desde luego, la descubren en el último rollo Arrieta y Parravicini, los galanes envejecidos. Veinticinco abriles que no volverán. Pensaste que el tango era una de las pocas formas contemporáneas de la tragedia y te levantaste".

Monday, August 06, 2007

Comité Jurídico

Eduardo Vío Grossi y Alejandra Voigt

Los chilenos en Río de Janeiro. El maestro y Alejandra.

Thursday, August 02, 2007

El Dionisos de Leblon



Anoche caminamos por la calle Dias Ferreira.

Porque Leblon fascinaba en todas las esquinas,

dimos paso a la poesía de la noche carioca.

Y fuimos, Cuchi, Elizabeth, Jean Michel, Eduardo, Mauricio y yo,

dominados por el parsimonioso Dionisos de Leblon...

Una sacerdotisa besó dos veces a Jean Michel

y nos despedimos, ya muy tarde,

alucinados,

redimidos

y felices.