Saturday, November 26, 2005

Rothko por Sarduy


Rothko

"ROTHKO

A Andrés Sánchez Robayna

No los colores, ni la forma pura.
Memoria de la tinta. Sedimento
que decanta la luz de su pigmento,
más allá de la tela y su armadura.

Las líneas no, ni sombra ni textura,
ni la breve ilusión del movimiento;
nada más que el silencio: el sentimiento
de estar en su presencia. La Pintura

en franjas paralelas cuya bruma
cruza la tela intacta, aunque teñida
de cinabrio, de vino que se esfuma;

púrpura, bermellón, anaranjada...
El rojo de la sangre derramada
selló su exploración. También su vida"

Severo Sarduy

Tuesday, November 22, 2005

Leopoldo de Luis


Leopoldo de Luis

Pudo haber sido uno de los escritores invisibles, pero no terminó nunca de acceder a ese selecto falansterio. Se quedó en el umbral. Su Antología de la Poesía Social lo delataba. Por ella lo veían de vez en cuando. Y lo saludaban. "Salud y República", le decían los nostálgicos. Algunos acudían a su poesía para recordar que él también fue poeta social y que tuvo la elegancia de no incluirse en la antología canónica de la tendencia. Otros, para admirar su impecable uso de la métrica y su amor por Miguel Hernández, de quien hay huellas en muchos de sus versos. Leopoldo de Luis, poeta culto, no calzaba en el molde que algunos despectivamente le atribuían a los "mesetarios". Era romántico y gustaba de las sombras, aunque cantara para su gente desolada por la guerra.

Nació en Córdoba en 1918, pero se aclimató en Madrid desde muy joven. Allí murió hace tres días (20-11-05). Allí le dijo a su pareja una vez:

"...en la sombra, a tientas,
bajo la noche, ciegos,
topándonos a oscuras
mientras todo es silencio,
nos amamos y somos
casi dioses, rugiendo".


Sobre Leopoldo de Luis nadie podrá poner ahora "una capa de triste indiferencia". No se resistió nunca a que las cosas estuvieran "por la tierra peor que por el cielo". Para cumplir con su verdad escribió e incordió a muchos, pero para todos tuvo algún verso amable.


En unos de sus libros más intensos Teatro real (Adonais, 1957) nos convirtió a todos en actores en medio del caos y se preguntó angustiado:

¿Quién gobierna esta escena, quién apunta?
El director habrá tenido un fallo.
¿Nadie dirige aquí, entre bastidores?
La luz, sólo la luz sigue alumbrando.


Leopoldo de Luis se llamaba, en realidad, Leopoldo Urrutia. Su hijo, gran poeta nacido en el año 1945, es el mismísimo Jorge Urrutia, estimado y querido por la crítica más exigente de hoy en día.

Leopoldo, a ver si desde el cielo ayudas un poco al director para que ponga cierto orden sobre estas tablas en declive.

Sunday, November 20, 2005

La pasión por Rothko o la sombría mediación


Rothko

"La pasión por la pintura de Rothko, especialmente en los años de Barcelona, me ha llevado hoy a recordar el origen, el hallazgo de esa obra. Es un recuerdo nítido. Sucedió a partir de un cromo de apenas 9 x 6 cm., que conservo. Busqué con verdadero fervor aquí y allá, desde entonces, reproducciones de unas pinturas en las que iba encontrando casi siempre la emoción del principio, ese mundo de sombría mediación extática. Vi luego algunos cuadros en París y otra media docena en la Fundación Miró. Escribí un breve texto, que titulé `Sistema`, homenaje de variaciones léxicas que querían recibir un poco de la luz y el aliento de aquella pintura. En Madrid compré luego la monografía de Waldman.

Todo estaba ya, sin embargo, en aquel cromo, en aquel instante iluminador. Debió ser hacia 1971. El pintor acababa de morir, pero yo no lo supe hasta tiempo después".

(Andrés Sánchez Robayna, La inminencia, FCE, México, pp. 49-50)

¡Salud y República!

Hoy se están cumpliendo treinta años de la gran fiesta española del 75, una fiesta que parecía no llegar nunca y que cuando ya era inminente, se demoró varias semanas más, mientras las botellas de cava aguardaban impacientes su gozoso descorche.

“Y pasó un día y otro día pasó,/ y un mes pasado había/ y de la clínica no salía/ el cadáver que a ella llegó”.

Por fin, el 20 de noviembre la voz llorosa del carnicerito de Málaga anunció la buena nueva: “Franco ha muerto”.

Para hoy, una copa de Ribera del Duero y un poema de León Felipe:

"Hay dos Españas: la del soldado y la del poeta. La de la espada fratricida y la de la canción vagabunda. Hay dos Españas y una sola canción. Y ésta es la canción del poeta vagabundo:

Franco, tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo...
Mas yo te dejo mudo... ¡mudo!
y ¿cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?"

Wednesday, November 16, 2005

Luis Ignacio Helguera a la luz de una vela


Georges de La Tour

Con motivo del breve post que dediqué al poeta argentino Luis Franco, mi buen amigo del blog In the Flesh me sugirió la escritura de una serie referida a escritores buenos, pero más o menos invisibles, es decir, una suerte de catálogo personal de los olvidados (o no muy conocidos todavía). Me pareció estupenda la idea, pero no sé si la pueda llevar a cabo. En todo caso, hoy me he topado con una poema de Luis Ignacio Helguera (poeta mexicano autor del estupendo libro Murciélago al mediodía, Vuelta, 1997) que quiero compartir con ustedes. En el poema, como en el cuadro de Georges La Tour está la vela que necesito para hacer visibles a los invisibles.

Copio el poema:

APAGON

Se va la luz y a tientas, por el pasillo, adivinamos velas y candelabros, y volvemos a reunirnos en la sala. Un fulgor antiguo en los rostros, en las palabras, en los recuerdos. El perro se tiende bajo la mesa, como hace mil años. El tiempo en la penumbra va más despacio, como la cera al derretirse. Llamea la flama: roja, elemental. Como en un lienzo de La Tour.

(Murciélago al mediodía)

Saturday, November 12, 2005

Eros y Gene Tierney


Gene Tierney

Escena inolvidable de "El filo de la navaja". Somerset Maugahm le pregunta a Gene Tierney: "¿Te han dicho alguna vez que tu nariz es idéntica a la de Psiquis en el Museo de Nápoles?". Gene Tierney, más bella que nunca, muestra interés en la analogía y Maugham aprovecha la ocasión para acariciar con lento deleite el mito con el mito.

La cabellera


Puvis de Chavannes

La reina María Lionza
es también la diosa ambarina.

Pintada hoy por Puvis de Chavannes,
despliega su cabellera torrencial
sobre la mar serena.

Friday, November 11, 2005

Los escritores invisibles


Luis Franco

"Navegantes somos
¿pero hacia dónde vamos, Cruz del Sur, hacia dónde?"
(Luis Franco, "Insurrección del poema")

Argentino. De Catamarca. Recuerdo que Borges lo mencionó en una entrevista. Después vi su nombre y algunos de sus poemas en una antología. Pero nada más. Hombre de izquierda. Poeta de su paisaje. Invisible (o casi) para muchos. "No cuidó su fama", como Borges dijo de Bianco. Ni ha sido reivindicado aún como Juan Ele, el más aclamado poeta de la Argentina literaria de hoy en día.

P.S: Roberto Arlt (http://domingoenlatarde.blogspot.com) en 1941 escribió: "Un silencio fervoroso ha saludado la aparición de la monstruosa obra de este poeta que, como Whitman, podría decir: No soy un hombre sino una batalla. ¡Tres años de silencio en torno de un bosque de poesía! Es maravillosa la justicia de los descoloridos labios apretados..."

Wednesday, November 02, 2005

En el lago


Waterhouse. Lady Shalott.

(Para Sarduy, intentando alguno de sus modos)

Después de tomar la estampita de María Lionza
y de preguntar si se trataba de una efigie de Hedy Lamarr,
la diosa ambarina me subió a su barca
(dibujar ese momento, destacando la escandalosa belleza
de la mujer vestida de blanco).


Bogamos.
Yo iba cautivo de su levedad arcaica (sustituir después este adjetivo).
Aún no llegaba la noche.
A lo lejos, pájaros.

Cerca de la orilla nos asaltan nenúfares de Monet
(quitar Monet y dejar, simplemente, nenúfares).

La bendita circunstancia de las flores por todas partes
(esta frase es un homenaje a Piñera y podría omitirse
por estar quizá fuera de contexto
).

De cualquier lugar,
en un abrir y cerrar de ojos,
brotarán dos seres prodigiosos.
Vienen de visita a este lago,
desde una remota novela de Severo Sarduy.
Se llaman Auxilio y Socorro.
Lacustres están. Es que no fluyen.

Y me salvan.